Paradójicamente, el confinamiento que hemos experimentado durante la actual crisis sanitaria, ha detonado también una serie de encuentros que ignoran los límites fronterizos. Para Estudio Diagonal, la práctica emergente que ha conseguido reconocimiento internacional por proyectos como Refugio 3x3, el trabajo remoto les ha permitido abrirse al mundo y a las múltiples oportunidades que les ofrece sin abandonar su lugar de origen. Desde la ciudad de Osorno situada en el sur de Chile, el equipo interdisciplinario liderado por el arquitecto Sebastián Armijo, diseña y construye una serie de obras que se nutren tanto del paisaje local y sus recursos, como de las influencias arquitectónicas que describen la tendencia global actual.
La perspectiva crítica respecto al regionalismo preponderante en el discurso académico local, la importancia de la materialización de la obra en la conceptualización de su trabajo y la búsqueda por lograr altos estándares de diseño con el mínimo de recursos, son algunos de los temas transversales a su pensamiento y obra. En la siguiente entrevista, Sebastián Armijo elabora acerca de los intereses e influencias que lo mueven a desarrollar una variedad de proyectos desde el concepto de “irreductibilidad pragmática”.
Luciana Truffa (LT): La práctica de la arquitectura en Chile se ha concentrado históricamente en las metrópolis, especialmente en la ciudad de Santiago. Esto se ha traducido frecuentemente en la implantación de obras diseñadas desde oficinas radicadas principalmente en la capital en distintas localidades regionales. ¿Cómo ha influido en su obra el trabajar desde Osorno? ¿En qué medida esto les ha permitido construir obras más arraigadas al lugar o bien que dialoguen con la identidad local?
Sebastián Armijo (SA): Para nadie es una novedad que gran parte de la historia de la arquitectura chilena haya sido escrita desde una perspectiva “santiagocéntrica”, sin embargo, siempre han existido grandes arquitectos interesados en desarrollar proyectos pensados desde y para el sur del país. En ciudades como Osorno, Valdivia o Puerto Montt, es posible visibilizar una impronta arquitectónica que se remonta hacia finales del siglo XIX, momento en que los migrantes alemanes practicaron los conceptos de la arquitectura neoclásica, muy presente en la identidad local. Existió una segunda ola influenciada por la Proto-modernidad y la Bauhaus, por ello no es de sorprender que encontremos magníficos ejemplares del estilo internacional en las calles de Osorno.
Si bien estas obras forman parte del imaginario colectivo del sur de Chile, se vinculan también a un contexto global. Más que obras de tradición local, éstas son obras universales. Desde el resurgimiento de la arquitectura contemporánea en Chile, el sur ha sido campo de experimentación para los arquitectos provenientes de Santiago. Sin embargo, estas obras muchas veces han sido criticadas por no dialogar con los contextos culturales, climáticos o arquitectónicos.
Nuestra postura es que no debería existir prejuicio o exigencia con respecto al origen del arquitecto o sus ideas, sino más bien creemos que debe existir una apertura de posibilidades en la manera de pensar el sur; es más, creemos que este paisaje arquitectónico ha sido enriquecido por la influencia de aquellos arquitectos contemporáneos que se han aventurado con nuevas maneras de experimentar en él. Así como vemos con buenos ojos la incursión de los arquitectos metropolitanos en el sur, también nos vemos a nosotros mismos como arquitectos de Chile, de Sudamérica o del Mundo, sin caer en categorías regionalistas. Éstas al final del día solo generan limitaciones y prejuicios a la hora enfrentar un determinado encargo.
Esta idea de considerarse arquitectos del mundo, está íntimamente relacionada con la globalización de la disciplina acentuada por la masividad del internet, las redes sociales y el trabajo remoto. Esto demuestra que en los territorios de la virtualidad quedan obsoletas las nociones de norte, centro o sur, e incluso las de provincia o metrópolis.
Las herramientas virtuales nos han permitido ampliar nuestra zona de trabajo, que hasta hace un tiempo se ubicaba entre las regiones de la Araucanía y de Aysén. Actualmente hemos expandido nuestra práctica a la zona central del país, e incluso hacia el extranjero. De hecho hoy en día estamos desarrollando un proyecto de vivienda en Ballenita, Ecuador, y hace un tiempo obtuvimos una mención honrosa en un concurso de Fray Bentos, Uruguay. Esto nos ha llevado a ampliar nuestras redes de colaboración hacia otros países del cono sur.
(LT): En este contexto, ¿Cómo se incorporan el paisaje circundante, la disponibilidad de materiales, las tradiciones constructivas y la mano de obra local a sus procesos de diseño?
(SA): El paisaje ha sido tal vez el elemento de mayor relevancia para el desarrollo de nuestros proyectos. Habitualmente intentamos dramatizar las condiciones naturales del emplazamiento mediante la arquitectura, porque nos gusta que el paisaje ingrese a la obra. Pensamos en la arquitectura como la geometría, lo puramente humano, un contrapunto con las formas orgánicas del paisaje. De esta manera el contraste entre lo construido y lo natural crea una nueva condición de lugar.
En cuanto a los materiales, al visitar el terreno de un nuevo proyecto nos gusta realizar un recorrido en torno a su ubicación para conocer los proveedores locales, y generalmente trabajamos con barracas situadas en un radio de accesibilidad cercano al emplazamiento. Así mismo, en relación a la mano de obra, buscamos trabajadores locales que manejen las técnicas constructivas tradicionales de la zona. A esto se suma la utilización de materiales de retail, haciendo más eficiente los procesos de cotización, compra y traslado a obra.
(LT): Entiendo que son un equipo multidisciplinario, ¿Cómo influye esto en su trabajo y en el proceso de diseño? ¿Qué intereses comunes los llevaron a trabajar de este modo?
(SA): Desde el primer momento hemos pensado que la arquitectura se basa en el trabajo colaborativo, el que está presente en las tres principales etapas del proyecto: La primera es en conjunto con el mandante, conocer sus expectativas y requerimientos. La segunda fase es el trabajo de oficina en que dialogamos con arquitectos, paisajistas, constructores, ingenieros y diseñadores, entre otros, para definir las decisiones de proyecto. La tercera y última etapa tiene relación con la ejecución de obra, en la que debemos coordinar varios actores internos y externos, entre ellos proveedores, contratistas, especialistas y logística general.
Creemos que los intereses comunes presentes en la oficina, y en vinculación a nuestros colaboradores, tienen que ver con poder generar proyectos innovadores y creativos, a la altura de las prácticas contemporáneas de Chile y el mundo. En cuanto al desarrollo de la obra, buscamos ser lo más eficientes y conscientes con el medioambiente, reduciendo así el impacto de la construcción sobre el contexto en que nos instalamos.
(LT): Teniendo en cuenta que la industria de la construcción ha tenido un impacto considerable en la crisis climática actual, ¿Cómo creen que la arquitectura puede reducir este impacto e insertarse de manera más armónica en su entorno? ¿Es este un parámetro que tomen en cuenta al momento de proyectar?
(SA): Hemos trabajado hace un tiempo bajo el concepto de la “Irreductibilidad Pragmática”. Esta idea tiene su base en construir solo lo necesario para cumplir con el encargo, idealmente despojarnos de todo lo accesorio que no sea un aporte a lo sustancial del proyecto. Es un trabajo de síntesis en que la forma sigue la función, y busca cabalmente la síntesis constructiva y formal de la obra.
En cuanto a impacto ambiental de nuestra obra, nos gusta pensar nuestra práctica como un avión que debe realizar un aterrizaje forzoso, ya que en ese contexto el piloto (en este caso el arquitecto) solo tiene la opción de minimizar los daños, así que cada vez que debemos instalar la obra en un lugar, lo hacemos minimizando los daños o el impacto. Este es el modo de operar que nos deja más tranquilos, teniendo en cuenta que prácticamente la única manera que tendríamos de no impactar el medioambiente es no construir.
(LT): En un contexto convulso marcado tanto por la agitación sociopolítica como por la crisis medioambiental, hechos que incitan a la disciplina a tomar una postura frente a estas situaciones de cambio, ¿Cuáles son, a su juicio, los principales desafíos que enfrentan a la fecha las nuevas generaciones de arquitectas y arquitectos en Chile?
(SA): Hoy en día la profesión ha sufrido una atomización importante, esto tiene relación con las herramientas disciplinares que posee la arquitectura para abordar algunas de las grandes discusiones contemporáneas. En virtud de lo anterior, cabe mencionar que en las primeras décadas del siglo XXI han quedado instaladas todo tipo de discusiones con respecto a medioambiente, igualdad de género, migraciones, espiritualidad e inteligencia artificial, solo por nombrar algunas.
Los arquitectos y arquitectas han tomado postura en varios de los tópicos mencionados, viéndose obligados a dialogar con otras disciplinas. En este contexto creemos que uno de los mayores desafíos está en cómo abordar el diálogo con otras profesiones u oficios, apuntando hacia un trabajo transdisciplinar en que prácticamente no existan definiciones formativas, sino más bien acuerdos consensuados. De todas maneras, el trabajo en equipo requiere una disposición y reflexión de mayor complejidad, lo que es un gran desafío para las actuales y nuevas generaciones.
En cuanto a la práctica cotidiana creemos que es de gran ayuda entender cómo operar frente a un encargo, ya sea de carácter público o privado. Para esto ayuda mucho crear metodologías propias, ordenarse y lo más importante, tener los ojos y la mente abierta.
